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EL ORO NEGRO
El petróleo se formo hace
cientos de millones de años en el fondo del océano a partir del plancton muerto. Cubiertos por espesas capas de
lodo y de arena, estos desechos se han podrido y, bajo la acción de la temperatura
y de presión, se han trasformado en petróleo o en gas.
Es en 1947 cuando se empieza
a buscar hidrocarburos (petróleo y gas)
bajo el mar. La mayoría de los yacimientos están situados en las mesas
continentales, donde la capa de sedimentos alcanza varios kilómetros. Los de
Texas, Venezuela, el golfo Pérsico y el mar del norte son los más importantes.
Contienen tanto petróleo como gas, y a veces ambas cosas. Gas y petróleo son
extraídos de la misma manera. Para encontrar los mejores yacimientos, los especialistas
sondean las rocas con la ayuda de pozos de reconocimiento y calculan la
importancia del yacimiento. De cada 100 pozos perforados, solo dos o tres son
realmente productivos. El buque Glomar
Challenger ha sido de prospección,
hasta 1740 metros al norte de España. Pero este tipo de barcos es muy caro y pocos
países pueden permitirse el lujo de tenerlo.
Una vez que se a localizado
un yacimiento, se sustituye la plataforma de exploración por una plataforma de
producción permanente que se fija al fondo. Se trata de una verdadera ciudad
sobre el mar. Es abastecido por helicópteros o barcos de abastecimiento y tiene
una zona de aterrizaje, grúas, talleres de trabajo, pero también, un cine,
viviendas etc. En efecto, hay unos cien
hombre que trabajan aquí aislado del mundo durante varias semanas.
Al comienzo de la explotación
submarina, se perforaba bajo unos cien metros de profundidad. Ahora, se puede
perforar a más de 2000 metros de profundidad y taladrar en los fondos oceánicos
unos agujeros de 5000 metros. Se utiliza el trépano, un instrumento muy sólido
cuyos dientes, de diamante o de acero, perforan foca dando vueltas. Se inyecta
entonces un lodo en la perforación para evitar el recalentamiento. En el
momento de la explotación, cada uno de los faros es coronado por un conjunto de
compuertas al que llaman árbol de Navidad. El gas y el petróleo se hacen subir
a la plataforma-reserva, después se separan del agua y de las partículas
solidas, y a continuación son llevados a su destino por barco o con la ayuda de
largas tuberías llamadas oleoductos para el gas.
La seguridad en las
plataformas es la mayor preocupación de los ingenieros. Estas enormes
estructuras de hormigón y de acero, cuyo peso puede centuplicar el de la Torre
Eiffel, a los tsunamis y a cualquier imprevisto que surja. Tienen que ser capaces
de afrontar unas olas de más de 30m alto y unos vientos de más de 160km/h. A
fin de evitar que los barcos choquen con
ella en plena niebla, tienen que estar bien señalizados. A pesar de todo,
pueden producirse accidentes con consecuencia casi siempre dramáticas.
Así, por ejemplo, la
plataforma Alexander Kielland, que se viro abajo en 1980 en el mar del Norte,
provoco la muerte de 123 empleados.
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