viernes, 20 de marzo de 2015

EL HOMBRE UNA AMENAZA PARA EL MEDIO AMBIENTE

Aunque la contaminación no se note en seguida, a la larga tiene graves consecuencias sobre la naturaleza. El océano no elimina todos los restos, almacena una gran cantidad de ellos.
Los abonos, pesticidas e insecticidas penetran en los suelos y se mezclan con las aguas dulces de los arroyos y de los ríos que desembocan en el mar. El más toxico es el DDT, compuesto organoclorado principal de los insecticidas, que a partir de 1970 ha sido prohibido en los países desarrollados. Se propaga a través de la cadena alimenticia, y el hombre, al comer pescado, puede ser intoxicado.


 Los elementos contenidos en los abonos y en el cieno, mezcla de orina y excrementos, pueden provocar la multiplicación de ciertas algas, que consumen todo el oxigeno del océano e impiden la vida. Peces y moluscos mueren asfixiados. Algunas de estas algas producen entonces una espuma que cubre el mar.


La industria representa asimismo un peligro real para los océanos: millones de fábricas arrojan cantidades de ácidos, de metales (zinc, plomo), de hidrocarburos y de colorantes que luego se encuentran en los mares.
Desde hace muchos años, se han tomado medidas a nivel mundial para proteger el océano. Así, por ejemplo, ya no se puede echar los desperdicios nucleares al fondo de los océanos, y algunas pinturas de barcos consideradas tóxicas están prohibidas. Pero estas medidas no siempre son respetadas.

Cada verano, 100 millones de turistas invaden las costas mediterráneas. Para acogerlos, se han construido instalaciones, y se han derramado millones de toneladas de hormigón. El hormigón derramado en las costas modifica las corrientes del litoral y el movimiento de los fondos, lo cual tiene graves consecuencias sobre la fauna y la flora. En las costas, los turistas pisotean y destruyen la vegetación que consolida las dunas. Muchas veces, las playas, tras las vacaciones, parecen vertederos. Cada veraneante deja alrededor de 1 kilogramo de desperdicios al día, lo cual representa al final del verano una enorme cantidad de basura. La mayoría de estos desechos se acumulan y contaminan los fondos marinos. Muchos son arrastrados por las olas y vuelven a ser llevados por corrientes a la orilla.



En los países ricos, las estaciones de depuración son todavía insuficientes, en los países pobres no existen. Por eso, una gran parte de las cloacas acaban directamente en las aguas de los océanos. También estamos echando continuamente a la atmósfera el plomo que contiene la gasolina de los coches. Este plomo vuelve a caer al suelo y acaba en los océanos.


                                                                                  

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